jueves, 29 de octubre de 2015

CORTADORES DE HUELMA EN LOS OLIVARES DE LOS MONTES DE TOLEDO EN EL PASADO SIGLO XX

CORTADORES DE HUELMA EN EL OLIVAR DE LOS MONTES DE TOLEDO
     




Evolución del cultivo del olivar en los Montes de Toledo

El cultivo del olivar en las tierras de Toledo es muy antiguo, los primeros datos por escrito que aparecen lo hacen por documentos mozárabes, en los cuales se nombra el cultivo olivarero, pero nunca ocupando extensiones importantes.
En la España del siglo XV el gazpacho con aceite y vinagre constituía una parte básica de la dieta alimenticia de las gentes de estas tierras.
Durante el siglo XVI se produjo una expansión agraria basada en el aumento de la extensión de tierra cultivada con intensificación de las roturaciones. Se colocaron olivos en las tierras de peor calidad, siguiendo la tendencia del autoabastecimiento.
En el siglo XVII se produjo una ligera expansión de los olivares, de esta época se conservan numerosos documentos como “Las Relaciones Histórico-Geográficas de Felipe II” 1575-1580). En él se observa cómo se distribuían los olivares a lo largo del río Tajo, apareciendo citados olivares en diversos municipios que hoy forman parte de la zona geográfica de la Denominación de Origen Montes de Toledo.
La relevancia de la oleicultura de esta zona cambia completamente en el siglo XVIII, pasando de un papel complementario a convertirse en una importante actividad. En las Reales Cédulas de 1748 y 1779 sobre repoblación forestal se describe como se iniciaron los cultivos olivareros en zonas donde antes estaba ausente, como el caso de Mora y su entorno.
Las plantaciones eran generalmente pequeñas, inferiores a un centenar de pies.
Ya en el siglo XIX las plantaciones siguieron avanzando gracias a la liberación de la propiedad de la tierra y a las sucesivas alzas del precio del aceite.
A principios del siglo XX existen ya dos núcleos muy importantes en la producción de aceite: Mora y Los Yébenes. En Mora ya hay constancia de exportaciones realizadas en esa época a Italia. El paraje de esta localidad conocido como “La Cañada del Castillo”, se convierte en una zona dedicada netamente al cultivo del olivar.
Hacía muchos años que se celebraban  en Mora fiestas al finalizar la recolección de la aceituna. Costumbre esta que tenía lugar el último día de la recogida, los propietarios de grandes extensiones de olivar, invitaban a las personas que habían participado en estos trabajos a una comida en el campo o a una cena en la casa del dueño. Esta fiesta la institualizó el Ayuntamiento de Mora en 1957 a instancia del agricultor D. José Fernández-Cabrera.

En 1966 la Fiesta del Olivo fue declarada de Interés Turístico Nacional, celebrándose en la actualidad el último fin de semana del mes de Abril. En ella  tienen lugar un desfile-concurso de carrozas y carros engalanados, la elección de la Reina Mayor, el Pregón y certámenes literarios y de pintura, así como concursos de poda del olivo. A uno de estos concursos en la década de los años sesenta se presentó el huelmense Julio Díaz Guzmán, no siendo admitido al tratarse de un concurso de orden provincial.

Cortadores de Huelma en los olivares de los Montes de Toledo

Desde los años cuarenta del pasado siglo XX, trabajadores especializados en los trabajos de la poda del olivo y naturales de Huelma (Jaén), se desplazaban todos los años a la zona olivarera de los Montes de Toledo, sobre todo a las poblaciones de Mora, Los Yébenes, y hasta Almonacid de Toledo o Cebreros en la provincia de Ávila.
Estos trabajadores iban organizados en cuadrillas, de las cuales el “Manijero” o encargado era la persona más experta en este tipo de trabajos. Este se encargaba de articular la cuadrilla y de su funcionamiento.

      
Para este artículo he tenido la gran suerte de poder contar con la memoria viva de uno de estos trabajadores, el huelmense Julio Díaz Guzmán, el cual comenzó a viajar a Mora a la edad de trece años en 1955, siendo su padre Juan Francisco Díaz Martínez el manijero de la cuadrilla.
Juan Francisco empezó a trabajar en la corta del olivo en esta zona de Castilla-La Mancha en los años cuarenta, siendo encargado de una cuadrilla conocida allí con el nombre de “Los Andaluces”, que estaba formada por los vecinos de Huelma: Juan Raya, Julián Díaz, los hermanos Daniel y Miguel Valdivia, Nicolas Martínez, Alfonso Soriano y el mismo Juan Francisco. Esta incluiría después a sus hijos Julio y Francisco.
Una vez terminada la recolección de la aceituna en Huelma, estos trabajadores especializados se disponían a viajar a la provincia de Toledo. Este viaje era bastante largo y pesado, iniciaban el camino con el coche que recogía el correo hasta la Estación del Ferrocarril de Huelma. Allí con el equipaje y las herramientas (hachas etc) subían el tren en dirección Linares, continuando viaje hasta Madrid, donde harían transbordo y cogerían el tren destino Ciudad Real en dirección a Mora de Toledo, casi veinticuatro horas de viaje. El importe del mismo era abonado por los agricultores con los que iban a trabajar después.
Una vez llegados a Mora se instalaban en la pensión Los Manchegos, junto al Ayuntamiento, donde cenaban y dormían cada noche.
La jornada de trabajo empezaba muy temprano en el campo, se realizaba con hachas siendo estos trabajadores huelmenses muy apreciados en toda esta zona manchega, por su destreza en el manejo de estas herramientas  y por la calidad de su trabajo. El almuerzo lo hacían en el tajo, donde las patatas a lo pobre, fritas con el aceite de los Montes de Toledo,  eran casi todos los días el plato fuerte, este aceite era aportado por el dueño de la finca.
Recuerda Julio Díaz que la jubilación de su padre Juan Francisco Díaz, coincidió con la llegada al campo de la moto-sierra, o sierras mecánicas, pasando de trabajar a jornal a hacerlo a destajo, cobrando por olivo podado.
      

La campaña de la poda del olivo se podía alargar hasta incluso superar los cien días de trabajo, volviendo en algunas ocasiones a sus casas de Huelma coincidiendo con las Fiestas Patronales de Mayo.
Julio Díaz Guzmán estuvo trabajando en la poda un total de 52 años, hasta la llegada de su jubilación, se desplazó realizando estas labores agrícolas por toda la provincia de Toledo, llegando incluso hasta Cebreros en la provincia de Ávila. Recuerda haber trabajado con empresarios como: Jacobo Milla y Antonio Gacijo. En fincas como La Romeila en Almonacid de Toledo.

Angel del Moral Gómez


Agradecimientos:
Julio Díaz Guzmán y Familia
Ayuntamiento de Mora. Cultura y Turismo

Fotografías:
Ayuntamiento de Mora
Julio Díaz Guzmán
Alfonso Soriano Martínez
Angel del Moral Gómez.

CUEVA DE LOS TOCINOS, MATA-BEJID. Llamada así por que aquí se depositaban los cadáveres de los cerdos muertos por enfermedad en las cochineras de esta finca ganadera en el siglo pasado


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